Flema

Fue en las garnachas. Para ser más exactos: una carreta de garnachas en Hermosillo, Sonora. Está al final de la Gastón Madrid, frente a la Wolkswagen Agrícola. Ahí se encontraba Kelvin Monge, comiendo inocentemente, cuando su editor lo abordó. La discusión fue rápida y violenta, con notas de cebolla y salsa verde de habanero. Te voy a publicar, le dijeron, la otra vez soñé con tu libro, era rosa, pero de ese rosa mexicano y verde.

Versátil y ranchourbanesco Flema contiene una vida de poesía, hay textos que el autor escribió a los 15 con la ingenuidad necesaria para impulsarse entre el mundo, así como textos que escribió a sus veintitantos en medio de la rutina estudiantil universitaria. Hay textos de amor, textos de inquietudes sociales/políticas, versos que luego se convertirían en canciones. Hay, entonces, un conjunto heterogéneo de tesoros, la muestra insólita, improbable y preciosa de una poética nacida lo más al norte que se puede.

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